Llegamos a la isla más grande, Mancarrón, nos encontramos con un pequeño “bosque encantado”
y nos quedamos en un hotelito limpio y barato, El buen amigo. Una vez instaladas nos dimos una vuelta por los alrededores, vimos oropéndolas y sus nidos
y volvimos para cenar, dentro del tiempo de dos horas al día que tienen el generador encendido.
El miércoles nos fuimos en busca de un mirador del que nos habían hablado, pero no lo encontramos, aunque el camino de selva
valió la pena y sí que vimos un cementerio.
Compramos algo de artesanía, visitamos la iglesia de Ernesto Cardenal
y nos fuimos a por el siguiente barco, que habíamos contratado el día anterior.
En San Carlos decidimos comer donde habíamos desayunado el día anterior, pero no tenían pescado. Así que nos comimos un pollo bastante bueno y sin tantos apuros de tiempo. Luego, vuelta a la embarcación de turno, esta vez rumbo a El Castillo. Llegamos, buscamos alojamiento, en competencia con unas gringas, y nos quedamos en un sitio encima del río. Como andábamos mal de dinero y no había cajeros nos fuimos al sitio donde se podía pagar con tarjeta.
Paseamos un poco y en el hotel nos hicimos un poco de lío con las habitaciones y las camas, con sorteo incluido.
El jueves nos cambiamos de hotel (al que tenía Visa), después de que Sara y Alicia hicieran un poco de yoga,
y nos pasamos el día calle arriba, calle abajo,
con alguna variación: la fortaleza,
con la guía que habíamos conocido el día anterior en el barco,
el cementerio (que tenía los restos de una enorme Ceiba incendiada recientemente), las oficinas del proyecto Araucaria, de
El jueves nos cambiamos de hotel (al que tenía Visa), después de que Sara y Alicia hicieran un poco de yoga terior en el barco,
el cementerio (que tenía los restos de una enorme Ceiba incendiada recientemente), las oficinas del proyecto Araucaria, de la AECI.
El caso es que nos organizamos bastante mal: salimos tarde, nos perdimos las visitas guiadas, llegamos a la fortaleza justo cuando cerraban y volvimos cuando hacía bastante calor; nos pasamos vigilando una casa de Araucaria donde nos habían dicho que había internet, que resultó ser la casa de los trabajadores, mientras que internet lo tenían en las oficinas donde nos pasamos un rato descansando sin preguntar si era allí. Yo decidí no arriesgarme más y quedarme en la terracita del hotel en una hamaca, leyendo con mi zumo de piña natural y mirando el paisaje, mientras las chicas se iban a pasear. Además, el sitio elegido para cenar estaba cerrado. Pero, para compensar encontramos un sitio muy agradable y con comida rica (aunque a Alicia le sentaron mal los camarones, pero por cuestiones personales de alergia).
El viernes teníamos un ratito antes de agarrar la lancha rápida y esta vez ya teníamos contratada la visita guiada sobre plantas medicinales y pájaros. Estuvimos cerca de tres horas de plácido e instructivo paseo con una amable e informado guía (aunque en la foto lo que observamos es nuestro conocido y querido Malinche).
Y no nos llovió hasta la hora de agarrar la lancha rápida, que al final no nos resultó tan rápida (sólo media hora de diferencia con la anterior) porque se quedaba media hora parada al poco de salir. Pero aprovechamos para charlar con un holandés muy majo que nos contó (entre el estruendo del motor) que tenía un programa con su compañero (un nica muy mono, pero creído), Aventados, en la tele, con el que recorrían Nicaragua en rai (a dedo), recogiendo información sobre leyendas y lugares diversos.
De vuelta en San Carlos, volvimos a nuestro comedor favorito, donde esta vez sí que tenían pescado, pero nos lo tuvimos que comer rapidito, porque íbamos con pooooco tiempo.
Agarramos el ferry (según la guía de El Castillo; según nuestra guía de papel era un carguero) y pasamos una entretenida noche, Sara haciendo yoga ante la mirada curiosa de la tripulación,
para terminar admirando cómo entre Sara y otro señor duchaban a los pasajeros, al intentar aliviar las bolsas de agua del techo (a una señora dormidísima en su cama la despertaron entre las risas del resto de la gente, nosotras incluidas; menudo susto se pegó la pobre).
Por último entre la tormenta lejana y el bamboleo de las hamacas.
Al llegar a Granada desestimamos la idea de quedarnos a pasear por allá (eran las 4 de la mañana) y llamamos a Luis para que adelantara nuestra recogida.
Y vuelta a casa, donde nos encontramos que el puente estaba ya así:
2 comentarios:
vaya ajetreo vacacional, cuántos viajes y cambios... qué fotos más chulas, creo que os ha faltado algún diíta para hacer el periplo un poco más tranquilo ¿no?
bueno, a ver si tenéis otra salidita con Alicia y Sara o con Fernando y CArmela... podría ser al Astillero haciendo noche allí y vistando chacocente...
Nos falta ver fotos de la Sarita con el bombo en las fiesta sde Nandaime...
Bueno ya nos seguirás contando.
besos
Es muy lindo cuando uno se va de vacaciones con la familia, y poder disfrutar de diversos paisajes. Por eso trato de combinar de ir a sitios, en donde puedo ir al mar o al rio y también las montañas. Para no tener que gastar tanto dinero trato de ir a alojamientos baratos
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